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Mostrando las entradas de septiembre, 2021

Atotoztli.

Raptada de su tierra fue, por la ventisca que en un abrupto aporreo errante dejo en el vado. De una endeble vida vituperada por las féminas de la aldea. Aztlán vio tu rostro en gloria huyendo el amante evocando el salazón de tus amores, caía en rotundo sueño a pie de  Ehécatl, y así en el profundas aguas de Texcoco se sepulto tu felonía ,en tu actuar fuiste incauta reflejas en la sencillez de tus danzas, dejando a la al mancebo con su languidez entre tus moradas. Allegada fuiste del Itzcoatl, que rendiste  tu desnudez en Azcapotzalco y tus viandas en Coyoacan. Fatua te hallaste ante tu Tatloani ¡Oh Hija de Metzlipan!, como no caer antes tu pies ante exhuberante ancanto y fausta sonrisa, autora de exultante cantar.  Así  te hallo tu madre; entre penumbra y abrojos. Desde lo alto vio el pesar que te abrumaba y en la chinampa dispersando con sus dedos tu lagrimas. Invoco de su corazón la piedad y en su amor te alumbro y en lunada ...

Habitáculo

 Hoy te vi más no igual que ayer, en habitáculo vi rodear tu sombra.  Con un osculo despidió su memoria y con osaifa devolvió los besos a las cartas que de ti recibió.  Ostentó en su corazón la razón de alabar tus amores y la dicha de pasear por tus orzuelos. Otros de labios te amaban, más su método corazón entre sus caídas surgía com gozo de los sátrapas que los aprisonaba; para, correr centro a tus brazos y reposar entre tu seno. Entre el sauco te vi, más no te busque. En el resonar de su pecho se oía la hilaridad que aludía la nostalgia de aquel habitáculo donde rondaba tu sombra. Entre las arenas que cubrían tus pies y entre las aguas que bañaban tu cuerpo y así  me perdía entre la rada de tus ojos y encallando en la orilla de tus labios. 

Histrión.

"Solía ser histrión de una oda. Con qué pasión se apegaban mis pasos al compás de aquella canción." Me la vivia en compás del corazón, el insomnio aporreaba mi cuerpo y la melancolía adormecia mis fatigados ojos, bajo los luceros me acobijaba entre las ramas de un frondoso árbol, hasta que me encontraba la alborada. Mas la dicha de otros era alardear de sus obras fúlgidas de orgullo, la mía era buscarte en el reflejo del manantial y cada noche, como luna tierna, veía tu rostro. Como niño te fui a buscar entre los atrios de la iglesia y como joven despechado llore tus pesares a pie del altar. En un acto de compasión me vieron tus ojos, ¡cuanto no anhelaba ardientemente mi corazón tus besos!, que por ellos suspiraba, más no vi tus ojos característicos del sensible palpar de las ánimas que liberaban tu sentido. En su desdicha lo encontraron las aves, traspasando la agonía entre sus manos hacia el jovial pecho del amante olvidado. Que más podían hacer por Él, que armonizar su...