Entradas

fragmento 3

 Llevo tres días sin ver la luz del sol, sin ver tus lindos ojos. ¿dónde estas?, ¿a dónde te iré a buscar?. Que veo de ti, nada veo. Vagos son mis escritos e inconcreta mi esperanza. Me acerco al jardín de tus amores, rueda mi llanto al oler la flores. Ese fragante que expelen los claveles e hinojos que dan su fruto. Torpe es mi memoria e hilarante  es tu recuerdo, mi canto hierático con tu belleza lo apabulla. Caminé hasta donde me de la luna, allí me encontró la noche. Y yo sin llegar. A orillas del río  me acosté.  El rocio del árbol, empapo mi rostro y en absorto cerré mis ojos. y con desidia dibuje tu silueta. En lo íntimo de mi alma, te vi. ¿Cómo eran tus ojos?, no lo recuerdo. Dudaba el corazón y la razón cegaba. Figuras destemplada, confusa era mi vista, a pesar de eso, sentí un calor incesante.

Deriva

Podemos ser sobrio en nuestras opiniones y no pasar por la decadencia de nuestros fundamentos. Paseaba por el balcón de mi habitación y mi vista se fijaba en el firmamento puesto por Dios y adornado por Él. Es bello, no lo dudo. Las estrellas brillaban entre la oscuridad y yo sin poder tocarlas. Frustrado me sentí y la luna me vio, en el fondo de su frío y rocoso interior nació una luz, eso que me apercibió a mirarla. Ella brillaba y me contaba sus aficiones y tristeza. Me sentía feliz y a la vez preocupado; como un ser inocente puede sufrir así, eso se fijaba en mi mente. Dejame amarte le dije, no podré sostener tus anhelos ni seré tu guía.

Hatim, errante de oriente.

En el estaba el deseo de expurgar el miedo que entenebrecia su ser. Atendiendo a la enternecedora voz que guió sus pies hacia el encuentro, mientras que en sus pasos se marcaba la seña de un impugnado amor. Ese divino ser, autor de la valía de muchos, persuadio por el jovial corazón desatando el caos que se encubria con el misterio de tu razón.  Inquirió en tu pagoda y por temor de sus semejantes cubrió su rostro, sumiso fue antes tus edictos y aún así a expensas de un Mercader fue vendido como nadería. Esclavo vivió y como fugitivo, fui. Asilado en tierra de artífices, recibiendo el nombre de conciliador entre los nobles. Adquirió la memoria empírica de los eruditos. Si te viera la noche y el cielo tenebroso te diera su ligero ser, andar en pos de su luz, guiarte en tu senda, eso anhela.  Esa voz que diluyó la memoria, liberando los  sentimientos escondidos por el apego de su ley, acortó su respirar y asoló su casa. Que por ese entrañable amor que profeso fue llevado al ...

Atotoztli.

Raptada de su tierra fue, por la ventisca que en un abrupto aporreo errante dejo en el vado. De una endeble vida vituperada por las féminas de la aldea. Aztlán vio tu rostro en gloria huyendo el amante evocando el salazón de tus amores, caía en rotundo sueño a pie de  Ehécatl, y así en el profundas aguas de Texcoco se sepulto tu felonía ,en tu actuar fuiste incauta reflejas en la sencillez de tus danzas, dejando a la al mancebo con su languidez entre tus moradas. Allegada fuiste del Itzcoatl, que rendiste  tu desnudez en Azcapotzalco y tus viandas en Coyoacan. Fatua te hallaste ante tu Tatloani ¡Oh Hija de Metzlipan!, como no caer antes tu pies ante exhuberante ancanto y fausta sonrisa, autora de exultante cantar.  Así  te hallo tu madre; entre penumbra y abrojos. Desde lo alto vio el pesar que te abrumaba y en la chinampa dispersando con sus dedos tu lagrimas. Invoco de su corazón la piedad y en su amor te alumbro y en lunada ...